Los bosques de las Islas Baleares

Las Baleares son un destino idóneo para disfrutar del bosque, dado que casi la mitad de su superficie (un 44,3 por ciento) está cubierta de masa forestal, siendo Menorca la isla en la que la proporción es mayor. Y, atendiendo a los datos del cuarto Inventario Forestal (IFN4), el monte arbolado ocupa unas 186.000 hectáreas, de las cuales más de 120.000 están en Mallorca y Cabrera; unas 33.500, en Menorca; casi 28.300 en Ibiza; y más de 3.600 en Formentera.

La tendencia, en los últimos años, apunta a un crecimiento de la superficie forestal arbolada y, aunque se ha ralentizado con respecto al estudio anterior, lo cierto es que, si se comparan los datos que arroja el IFN4 con los que reporta el IFN1, el incremento es notable, puesto que ha aumentado en 73 puntos. Además, es reseñable que, del total de la superficie arbolada que cifra este último inventario, un 44,70 por ciento de la misma está dominada por masas de coníferas autóctonas, mientras que las frondosas autóctonas ocupan casi un 30 por ciento. Pero, además, coníferas y frondosas autóctonas comparten espacio en más de un 19 por ciento del territorio arbolado.

La especie dominante continúa siendo el pino carrasco (Pinus halepensis), presente en 80.116,85 hectáreas; seguido del acebuche (Olea europaea), concurrente en 42.261,81 hectáreas.

El olivo lleva presente en la isla desde hace siglos. De hecho, uno de los árboles más vetustos de las islas es el Olivo de Cort, situado en Palma de Mallorca y catalogado como singular en 1991. Si bien es cierto que, en las islas, también se pueden admirar otros ejemplares imponentes de otras especies, como, por ejemplo, las higueras de Bahía Moreton (Ficus macrophylla), situadas en el cementerio Palma de Mallorca y en el jardín de Consell Insular de Mallorca.

Asimismo está presente en el bosque que circunda el castillo de Bellver, en Palma, que fue repoblado en marzo de 2019 con 1.550 ejemplares de Olea europaea, Pinus halepensis, Quercus ilex y Arbutus unedo, entre otras, a fin de actuar sobre las zonas más degradadas, apostando, para ello, por las especies que mejor se adecúan al ecosistema insular.