El pino canario

La riqueza medioambiental es evidente y única en las islas Canarias, tal y como prueba el hecho de que el archipiélago sume ya un total de siete Reservas de la Biosfera, al contar con este reconocimiento otorgado por la Unesco a las islas de La Palma (1983), Lanzarote (1993), El Hierro (2000), Fuerteventura (2009), La Gomera (2012); el 46 por ciento de la superficie que ocupa Gran Canaria (2005); y también el tinerfeño Macizo de Anaga (2015), que está situado en entre los municipios de Santa Cruz de Tenerife, San Cristóbal de La Laguna y Tegueste, cuyo Parque Rural está considerado como el lugar con más biodiversidad de Europa.

Así, quienes lo visitan puede observar cómo la flora que lo caracteriza varía desde el nivel del mar donde veremos cardones y tabaibas hasta las medianías, donde hallaremos sabinas, dragos y palmeras, y un bosque subtropical de laurisilva, al que en la segunda mitad del siglo XIX se refería ya el naturalista e historiador galo Sabino Berthelot. En este bosque de laurel, sobresale evidentemente esta especie, pero también es posible encontrar viñáticos, barbusanos, tilos, brezos, acebiños y hayas.

En cualquier caso, al hablar de Canarias y de su riqueza forestal, es preciso hacer referencia a una especie característica del archipiélago: el Pinus canariensis, un árbol que encontraremos entre los 400 y los 2.000 metros de altitud y del que caben destacar dos características, la gran envergadura que puede llegar a alcanzar en Canarias y su alta resistencia al fuego, algo a lo que contribuye el grosor de su corteza y su capacidad para volver a brotar aunque haya perdido a totalidad de sus acículas y ramas.

Esta especie permite un gran aprovechamiento forestal, desde el ligado a la obtención de resina al vinculado al uso de su preciada madera, para la fabricación de armas, herramientas y, por supuesto, también de embarcaciones y viviendas. Y, pese a ello, se conservan unos 120 pies centenarios, que, situados en las márgenes del barranco de Arguineguín, en un paraje casi desértico de la isla de Gran Canaria, se encuentran a una de las cotas más bajas para esta especie endémica.

Estos pinos canarios presentan una gran variedad genética, de ahí que se haya constituido un banco de conservación del que se están extrayendo nuevas plantas con las que se busca mitigar los efectos del cambio climático.