Cuando pensamos en Euskadi, podríamos imaginar extensos bosques de hayas, como el que sorprende al visitante en el Parque Natural de Gorbeia. No en vano, el Hayedo de Otzarreta conserva numerosos árboles centenarios, que dotan al recorrido de una gran singularidad. Sin embargo, esta no es, ni mucho menos, la especie predominante en la zona. De hecho, atendiendo a los datos que se aportan en el Mapa Forestal del País Vasco, lo que más prolifera son las coníferas; y, en entre ellas, sobresale el pino de Monterrey (Pinus radiata), una especie originaria del Estado de California (EEUU) que se introdujo en España durante el siglo XIX.
Aunque también es posible encontrarlo en otras zonas, lo cierto es que es en el área Cantábrica y en Castilla y León donde más abunda; pero su presencia es especialmente importante en Euskadi, donde ocupaba en 2018 casi 120.000 hectáreas.
El pino de California, también conocido como pino insigne, inspiró incluso al escultor Agustín Ibarrola, que, en la década de los ochenta del pasado siglo XX, lo convirtió un medio para expresar su creatividad. Utilizó 47 ejemplares y, con ellos, creó en el municipio vizcaíno de Kortezubi el Bosque Pintado de Oma, que, en las cinco hectáreas que ocupa, muestra distintas obras y presentaciones, que se sirven de la profundidad y del movimiento del visitante para aportarle sensaciones nuevas.