La Rioja es conocida internacionalmente por la calidad de sus caldos, lo que pudiera hacernos sospechar que la mayor parte de su territorio está dedicada a la viticultura. Sin embargo, no es el único cultivo capaz de generar rendimiento económico en la zona, puesto que al sur de la comunidad está en aumento el espacio dedicado al aprovechamiento de los recursos del monte. No en vano, más de un tercio de su superficie (176.826 hectáreas) está ocupada con formaciones arboladas; y estas representan, según se recoge en el IV Inventario Forestal, un 57 por ciento del total de su cabida forestal (que ronda las 311.000 hectáreas). Estos datos apuntan también un incremento de masa arbolada, que, si bien es modesto con respecto al estudio anterior (un cuatro por ciento), prueban la tendencia al alza.
Los melojares (Quercus pyrenaica), hayedos (Fagus sylvatica) y encinares (Quercus ilex) son, sin duda, los bosques más representativos, puesto que ocupan una superficie de casi 76.000 hectáreas; y, si se les suman los quejigares de Quercus faginea, se puede decir que las masas dominadas por frondosas autóctonas son dueñas del 46 por ciento de la superficie arbolada riojana. Tampoco pasa desapercibida la presencia del pino albar (Pinus sylvestris) que, con una cabida de 26.313,59 hectáreas, solamente es superada la del melojo, con sus 30.726,61 hectáreas.
En cualquier caso, si un bosque es conocido en La Rioja, ese es el Hayedo de Ribavellosa, una finca que, propiedad del Organismo Autónomo Parques Nacionales y situada en Almarza de Cameros, es recorrida por distintas rutas desde las que poder adentrarse en este espacio espectacular, que ocupa superficie de 200 hectáreas y en el que el visitante podrá encontrar también al paso pinares, quejigares y encinares.
Además, la Mancomunidad de Anguiano, Matute y Tobía, junto con el Gobierno riojano, apuestan por dar a conocer su patrimonio natural, algo para lo que han acondicionado más de 95 kilómetros de «Rutas entre hayedos«.